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LA VERDADERA FORMA DE LOS ALIMENTOS.

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Se han preguntado cómo han sido nuestros alimentos, la verdadera forma de nuestros alimentos a los largo de la historia como cambiaron y las nuevas formas que adoptaron a lo largo   de los años por raro que parezca los alimentos que poseemos en nuestras cocinas jamás obtuvieron la forma y las características que gozamos   hoy en día sabor, forma y consistencia son atributos que fueron desarrollados por la intervención humana a lo largo de varios años incluso miles algunos obtenidos de forma natural y algunos otros con métodos muy rudimentarios. Sea cual sea la razón echemos un vistazo a su historia. Maíz El más común utilizado en la industria de bebidas en la fabricación de néctares, como espesante natural, y utilizado en la industria avícola como alimento para aves de corral. Y que tan exquisito sabe con queso. Su uso es ya cotidiano no hay alimento existente que no esté elaborado con derivados del maíz, pero su forma fue la misma? Las características actuales del maíz fo...

SUELOS SALINOS



Gran parte de los suelos existentes en el mundo presentan cualidades de salinidad, esto repercute el adecuado desarrollo de los cultivos ya que las sales poseen la capacidad de modificar las características del suelo y la vida vegetal.
Entre ellas están las los cloruros y los sulfatos de sodio y magnesio y el carbono sódico.

Origen y salinidad de los suelos
La salinidad de los suelos se puede producir de tres formas una ajena a la actividad humana y otras en que está involucrado el hombre de forma directa e indirecta.

Entre las causas ajenas al hombre están:


  • La constitución geológica del terreno
  • La acumulación de partículas salinas transportadas por el viento y depositadas en la proximidad de los mares.
  • La actividad volcánica.
“Se considera que el origen de la salinización de los suelos es por los residuos de fertilizantes industriales, pero su principal causa está relacionada con el riego.”


El empleo de aguas salinas

Las sales que contiene el agua de riego, aunque en pequeña cantidad, cuando no son absorbidas por las plantas se acumulan en el suelo hasta que la cantidad acumulada llega a ser peligrosa. En regiones de clima lluvioso no suele haber salinidad por esta causa, pues, aparte de que las aguas superficiales de estas zonas suelen ser pobres en sales, la abundante agua de lluvia lava las sales del suelo. En cambio en las regiones áridas o semiáridas, el riego puede ocasionar una concentración peligrosa de sales, debido a la fuerte evaporación y a que las escasas lluvias son incapaces de lavar las sales acumuladas.

“Esto relaciona a otro efecto llamado cristalización de sales, como la evaporita que es un halogenuro que está siempre acompañado del sodio, producto de la sobresaturación de sales en el agua acompañado de otros factores climáticos como la evaporación intensa.”

“Pues bien ustedes se preguntaran por que la evaporita esta siempre unida al sodio, esto es debido a que el radio ionico de los elementos permite la asociación de otros elementos de acuerdo a su estructura cristalina, y su bajo peso específico produce un alto poder de solubilidad.”


La movilización de reservas salinas contenidas en el subsuelo

Cuando se pone en regadío un área determinada resulta inevitable que una parte del agua de riego pase al subsuelo. Si el subsuelo contiene alguna capa salina y, además, no es suficiente permeable se formara una capa subterránea cuyo nivel ira subiendo con el tiempo, hasta que llega un momento en que la capa salina se pone en comunicación con el suelo del cultivo. De esta forma, el agua retenida en el subsuelo arrastra las sales de subsuelo hacia las capas superiores, posteriormente esta agua se evapora, ya sea directamente o por medio de transpiración, con lo cual las capas superficiales del suelo se vuelven cada vez más salinas.

Medida de la salinidad

Inicialmente la medida de la salinidad se hacía determinando la cantidad de sal que había en un determinado peso de suelo seco. Pero esta forma de medición no tenia en consideración la textura del suelo. Supongamos, por ejemplo, que dos suelos diferentes, uno arcilloso y otro arenoso, tienen una concentración de sales del 0.1 por 100; supongamos también que la capacidad de campo del suelo arcilloso es del 40 por 100, y la del suelo arenoso, del 20 por 100.
Según estos datos, la concentración de sales en el suelo arcilloso es de 2.5 gramos por cada litro de agua en la misma situación de capacidad de campo. Indudablemente, el efecto depresivo en los cultivos es mayor en el segundo caso que en el primero.
En la actualidad, la medida de salinidad se basa en el hecho de las sales contenidas en una solución salina dejan pasar la corriente eléctrica con mayor facilidad que el agua. Según esto, la conductividad eléctrica en una solución salina es tanto mayor cuanto más concentrada sea la solución.
Con el fin de normalizar las medidas se ha acordado que la medición de la conductividad se haga a 25 grados centígrados y en el llamado “Extracto de saturación”. Para ello, en una muestra de suelo se añade agua destilada hasta la saturación; a continuación se extrae la totalidad

Efectos de la salinidad

La salinidad del suelo tiene efectos negativos sobre las plantas y sobre el suelo. Sobre las plantas, los efectos negativos son de dos tipos:

Dificultad para absorber el agua del suelo.

El aumento de la concentración de sales en la solución del suelo origina un aumento de la presión osmótica; las plantas necesitan hacer mayor succión para absorber el agua del suelo, lo cual significa una elevación del punto de marchitez y, en suma, una disminución de la cantidad de agua disponible.

Toxicidad.

El efecto toxico de ciertos iones es debido, más que a los iones en sí mismos, a ciertas alteraciones que se producen en el metabolismo, ya que originan la acumulación de producto tóxicos.
“Los efectos generados por la toxicidad son originados a la fijación del ion sodio, ya que esto provoca un deterioro de las propiedades físicas del suelo, como su estructura y permeabilidad.”
La respuesta de las plantas a la salinidad depende de muchos factores, tales como:
  • La especie de la planta.
  • La textura y estructura del suelo.
  • Drenajes
  • Clima
  • Labores

Suelo salino y su recuperación

En el suelo salino antes definido, el contenido de sodio es escaso en relación con el contenido total de iones, por lo que la estructura no se ve seriamente afectada. Es un suelo alcalino que presenta eflorescencias salinas blancas en la superficie, por cuyo motivo se le suele denominar suelo alcalino blanco. Se puede recuperar mediante el lavado con agua, que arrastra a las sales solubles hasta la red de drenaje.

Hoy dos formas de lavado: de recuperación y de mantenimiento.

Lavados de recuperación

Los lavados de recuperación tienen por finalidad recuperar un suelo que se ha perdido prácticamente para el cultivo. La aportación del agua necesaria se hace mediante el riego. Hay que tener en cuenta el agua aportada por la lluvia, que es la más idónea en cuanto a su pureza, pero no la más eficaz, debido a que las lluvias torrenciales originan grandes escorrentías y, por otra parte, durante el invierno, la solubilidad de las sales disminuye con las bajas temperaturas.

El riego puede hacerse por inundación y por aspersión; este último es más ventajoso, pues el agua se reparte con mayor uniformidad y no es preciso que el terreno este nivelado. El sistema de riego por goteo sirve por que no suministra la cantidad de agua necesaria.

Lavados de mantenimiento

Los lavados de mantenimiento tienen por finalidad evitar la salinización del suelo cuando se emplean aguas de riego de baja calidad o cuando existe una capa freática salina muy cercana a la superficie. Estos lavados consisten en aportar una dosis más alta en el riego, con el fin de arrastrar el exceso de sales.
La sobredosis de agua que es preciso aportar con el riego viene condicionada por los siguientes factores.
  • La especie vegetal cultivada.
  • La calidad de agua de riego.
  • La concentración de sales en el agua de drenaje.
  • La textura del suelo.
  • El sistema de riego.

Autor
Simón Navarro Blaya, Ginés Navarro García.

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