A principios de 1900, aparecieron
los primeros estudios sobre la herencia de la resistencia a las enfermedades.
En 1905, Biffen describió la herencia mendeliana de la resistencia de dos
variedades de trigo y su progenie a una roya. En 1909, Orton, trabajando con
los marchitamientos del algodón, de la sandía y del caupí producidos por
Fusarium, diferenció entre los fenómenos de resistencia y escape a las
enfermedades. En 1911, Barms demostró que existe variabilidad genética dentro
de las especies de patógenos; es decir, existen diferentes razas de un mismo
patógeno, las cuales están restringidas a ciertas variedades de una especie hospedante.
Poco tiempo después, Stakman (1914), descubrió que dentro de una especie de
patógeno existen razas fisiológicas que son morfológicamente idénticas pero que
difieren en su capacidad para infectar a una serie de variedades distintas de
un mismo hospedante. Esto ayudó a explicar por qué una variedad que era
resistente en un área geográfica era susceptible en otra, porque la resistencia
cambiaba de un año a otro y porque las variedades resistentes súbitamente se
volvían susceptibles (es decir, debido a que estaba involucrada una raza
fisiológica distinta).
Al principio (Waiker, 1923), pensó que la resistencia a
un patógeno se debía a la presencia de una sustancia tóxica en las plantas
hospedantes. Sin embargo, en 1946, Flor, trabajando con la roya del lino,
demostró que para cada gen de resistencia en el hospedante había un gen de
virulencia correspondiente en el patógeno (una relación gen por gen).
En 1963,
Vanderplank sugirió que existen dos tipos de resistencia: una, controlada por
unos cuantos genes "mayores" es fuerte, pero específica de las razas
del patógeno (resistencia vertical); la otra, determinada por muchos genes
"menores", es débil, pero es eficaz contra todas las razas de una
misma especie de patógeno (resistencia horizontal). Se ha demostrado que varios
tipos de estructuras y sustancias de las células vegetales constituyen el medio
por el cual se piensa que esos genes confieren resistencia a las enfermedades
en las plantas. En 1946, Gäumann propuso que, en muchas relaciones hospedante-patógeno,
las plantas mantienen su resistencia a los patógenos por medio de
hipersensibilidad; es decir, las células atacadas son tan sensibles al patógeno
que ellas y algunas células adyacentes mueren de inmediato, aislando así al
patógeno o causando su muerte. Müller propuso en l961 y Cruickshank confirmó y
amplió en 1963 la tesis de que la resistencia a las enfermedades suele deberse
a las fitoalexinas, es decir, metabolitos antimicrobianos de las plantas que
faltan (o que están presentes en niveles no detectables en Virus en /as
enfermedades de las plantas las plantas
sanas, pero que se acumulan hasta alcanzar altas concentraciones debido a algún
estímulo patológico.
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