SODIO
Durante gran parte del siglo pasado, el sodio fue
considerado como un elemento esencial para la vida vegetal. Pero ya en 1860,
esta creencia fue desechada, aceptándose solo como un simple estimulante o un
parcial sustituto del potasio.
A partir de 1935, el interés por
este elemento se ha intensificado, y han sido muchos los investigadores que han
tratado de demostrar su esencialidad. En 1955, M.B. allen y D.I. amon la
establecen para el alga azul verdosa Anabaena cylindrica, y, en 1975, P.F.
Brownell y J.G. Wood para la Atriplex vesicaria. Sin embargo, en el momento
actual, la mayoría de los autores solo lo aceptan en estos casos, y consideran
que no puede generalizarse a todas las plantas.
CONTENIDO, FUNCIÓN Y EFECTOS BENEFICIOSOS EN LA PLANTA.
El sodio es absorbido por la
planta como Na+. Su contenido puede variar ampliamente, dependiendo del
existente en el suelo, de la especie que se considere y del órgano que se
analice. Como valor medio se acepta 1200 ppm en peso seco, siéndolas hojas,
normalmente, más ricas que las semillas, y las leguminosas más que los pastos.
La función específica que el
sodio puede desempeñar en la planta no se conoce. Algunos investigadores han
señalado recientemente su posible acción como activador del enzima carboxilasa
fosfoenolpiruvica. Primer enzima de carboxilación en la fotosíntesis de plantas
C4.
En las plantas en las que se
considere especial (Anabaena cylindrica, por ejemplo). Se acepta que regula
ciertos procesos respiratorios y glucoliticos. Algunos investigadores han
señalado también un incremento de la actividad del enzima nitrato reductasa y
acumulación de nitritos, lo cual origina efectos tóxicos y una poca asimilación
del nitrógeno.
Determinados estudios sobre remolacha
azucarera parecen indicar que el elemento es necesario para este cultivo, que
no debe considerarse solo como un sustituto del potasio. Para otros, sim
embargo, esta afirmación no debe ser admitida, ya que consideran que el hecho
debe atribuirse que el sodio añadido, o
el existente en el suelo, puede intercambiarse con el potasio adsorbido al
complejo coloidal, y una vez liberado este, es utilizada por la planta. Esto
explicaría la preferencia del nitrato sódico por la remolacha.
Estas y otras discrepancias,
puestas de manifiesto en lo que respecta a considerar el sodio como elemento
esencial para otras plantas, no excluyen que sea criterio general el aceptar
los efectos beneficiosos que el elemento puede proporcionar. En este sentido,
existe un buen número de investigadores que demuestran que el sodio puede
reemplazar, en parte, al potasio en muchos cultivos, como por ejemplo:
remolacha azucarera, zanahoria, cereales y algodón. En la remolacha,
concretamente, se ha podido reemplazar hasta la mitad de los requerimientos de
potasio sin que se observen perdidas de rendimiento. Si se tiene en cuenta que
los costes de los componentes sódicos son menores que los de los potásicos,
ello puede suponer un aspecto muy interesante bajo el punto de vista económico.
Para otros cultivos también se ha
observado que puede incrementar los rendimientos, particularmente en aquellos
estados en los que el suministro de potasio no es suficiente. Este hecho queda
reflejado en la que se representan los resultados obtenidos utilizando
disoluciones nutritivas en el desarrollo del arroz.
Figura 1. Influencia del sodio
sobre el rendimiento del arroz a distintas concentraciones de potasio en la
disolución nutritiva (S.Yoshida y L. Castañeda, 19969).
A bajas concentraciones de potasio,
la adición de sodio a la disolución nutritiva incrementa el rendimiento del
grano, pero a concentraciones altas de potasio el sodio provoca disminución.
Se han observado otros efectos
favorables del sodio. Durante los periodos de sequedad retrasa el
marchitamiento de la planta, manteniendo el potencial osmótico celular, en
invierno y principio de primavera puede disminuir los posibles daños por
heladas, ya que su presencia hace descender el punto de congelación de la
savia. Proporciona mayor color y aroma a las hortalizas, como es el caso de la
col. E incluso en pastos dedicados a la alimentación de ganado, parece que las
aplicaciones de sodio mejoran la producción animal.
CONTENIDO Y DINÁMICA EN EL SUELO.
En el suelo, el sodio procede de
los minerales silicatados, como hornblenda y moscovita. Los más ricos son los
que durante mucho tiempo se han encontrado inundados por el agua del mar
(marismas, por ejemplo). Suelos abonados regularmente con fertilizantes
sódicos, y aquellos originados bajo climas áridos.
El sodio es muy lixiviable, y es
llevado al mar por el agua de los ríos
de allí puede retornar al suelo, principalmente de las zonas costeras, por
acción del viento. Desaparece fácilmente de los suelos si sobrevienen lluvias
abundantes, o si se dispone de una cantidad de agua de riego, siempre que el
nivel freático sea bajo. Indudablemente, na cantidad de agua de riego, siempre
que el nivel freático sea bajo. Indudablemente, una parte del sodio queda
adsorbido, pero el poder de retención es bajo, y ello hace que sea eliminado
por las aguas de lavado en una gran extensión.
En las regiones áridas (zonas en
donde la lluvia es menor de 500 mm/año). Algunos suelos se desarrollan bajo
condiciones de drenaje pobres, y se evapora más agua que la que capta por
lluvia. En estas condiciones, las sales solubles y el sodio adsorbido pueden acumularse
en cantidades elevadas en el horizonte superficial, e impedir el crecimiento delas
plantas. Estos suelos son designados como halomórficos, y han sido clasificados
en tres clases: salinos, salino-sódicos y sódicos.
Los suelos salinos contienen una concentración
relativamente alta, compuesta principalmente de cloruros, sulfatos y, en
algunas ocasiones, nitratos. Los principales cationes presentes son: calcio,
magnesio y sodio. Menos del 15% de la capacidad catiónica intercambiable de
estos suelos está ocupada por Na+, y el pH normal es siempre inferior a 8,5. Esto
se debe a que las sales solubles son las predominantes, y solo existe un
pequeño porcentaje de sodio intercambiable presente. Frecuentemente se acumulan
costras blancas sobre la superficie, y de ahí que se conozcan en las
publicaciones más antiguas con el nombre de “álcalis blancos”.
Los suelos salino-sódicos también
se caracterizan por su alta concentración de sales solubles, pero se
diferencian de los salinos en que el porcentaje de sodio intercambiable es
mayor de 15. Mientras que la gran cantidad de sales solubles permanece en el
suelo, el alto contenido de sodio adsorbido no produce problemas, y el pH rara
vez es superior a 8,5 ya que aquellas actúan de freno. Sim embargo, si las
sales solubles, en algunas ocasiones, son lixiviadas, el pH se incrementa al
hidrolizarse el complejo sódico y aumentar notablemente l concentración de OH;
Por consiguiente, el pH es
superior a 8,5 alcanzando a menudo el valor 10. Debido a esta alcalinidad que
se origina, la materia orgánica presente en el suelo se dispersa fuertemente y
se distribuye en la superficie de las partículas, dándoles un color oscuro. De aquí
el nombre de “álcali negro”, frecuentemente utilizado.
Los suelos sódicos ejercen un
efecto desfavorable sobre las plantas. Su alta alcalinidad, inducida por el
carbonato sódico, la toxicidad del anión bicarbonato y otros aniones, y el
exceso de Na activos, son las causas principales a destacar sobre el
metabolismo vegetal.
Para la recuperación de los
suelos salinos es preciso disponer de un buen drenaje y aplicación de agua
suficiente para lixiviar el exceso de sales a las partes más profundas. Si no
existe una amplia capacidad de drenaje, la adición de mucha agua solo serviría para
elevar el nivel freático, con lo cual lo único que se conseguirá es aumentar la
concentración salina en la superficie del suelo. En estos casos es necesario la
utilización de tubos de drenaje para que las aguas de lavado sean desaguadas a través
de ellos.
El proceso de recuperación de los
suelos sódicos puede acelerarse mediante la aplicación de sulfato cálcico (yeso).
Con el fin de transformar parte de los carbonatos alcalinos en sulfatos. El suelo
debe permanecer húmedo para facilitar la reacción, y colocando el yeso en la
superficie. Las reacciones que se producen son:
Como resultado de estas dobles
descomposiciones, el pH del suelo desciende, los coloides floculan, se
desarrollan poros más amplios, y aumenta la permeabilidad del suelo.
El azufre puede lograr los mismos
resultados que el yeso. Aunque su acción es más lenta. Al oxidarse en el suelo
origina ácido sulfúrico, el cual no solo actúa de acidificante, sino también como
cambiador de sodio.
Otros sulfatos solubles, tales
como el sulfato ferroso y el aluminio. También han dado resultados efectivos.
La aplicación de estiércol, o el
cultivo de plantas resistentes a las sales como trébol dulce o alfalfa, es una buena
manera de iniciar el proceso de recuperación, ese vaya o no a aplicar productos
químicos. La acción radicular de estas plantas tolerantes mejora notablemente
la condición física del suelo, acelerando el proceso de granulación.
La utilización de fertilizantes
con base de sodio no es frecuente en suelos áridos o semiáridos. Pero en otros,
en los que el elemento presenta valores muy bajos, suele utilizarse comúnmente el
nitrato sódico. En muchos países de Europa, y en algunos estados americanos, el
valor del sodio es muy apreciado, y se usa exclusivamente para mejorar o
beneficiar aquellos cultivos que muestran mejoras en su rendimiento o en sus características
generales.
Autor
Simón Navarro Blaya, Ginés Navarro García
Comentarios
Publicar un comentario